Cada vez es más frecuente que personas que tienen una deuda vencida con una determinada empresa o entidad bancaria, reciban la reclamación de un tercero. En este caso no hablamos de entidades de recobro contratadas por el acreedor, sino de sujetos que han comprado la deuda. Porque sí, nuestro ordenamiento jurídico permite al acreedor vender una deuda. En realidad, lo que vende es su derecho de crédito.
En el caso del deudor, traspasar la responsabilidad de pago a un tercero no es tan sencillo. Esto es algo que solo puede darse en casos muy concretos, como por su fallecimiento. Desde luego, este no está habilitado para traspasar su deuda voluntariamente a un tercero y librarse de su obligación de pago.
¿Es legal que el acreedor pueda vender una deuda?
Sí, la mayoría de los contratos así lo prevén. En muchos de ellos, se autoriza al acreedor a vender su derecho de crédito a un tercero. Sin necesidad de obtener autorización del deudor, ni de informarle previamente de esta operación.
El nuevo acreedor conserva, según el Código Civil, todas las garantías y acciones que tenía el original. Por tanto, puede iniciar o continuar el proceso de reclamación de pago.
Por eso, es habitual que un deudor empiece a recibir llamadas de una empresa a la que, en principio, no le debía dinero. Pero resulta que sí, porque su deudor original ha optado por vender esa deuda.
Vender una deuda judicializada
Cuando el acreedor original ha iniciado un proceso judicial para reclamar el pago, la situación es un poco diferente. En este caso, para que pueda haber venta, se necesita un acuerdo entre acreedor original, deudor y el tercero interesado en la compra de la deuda.
Dicho acuerdo pone fin al procedimiento judicial, porque el acreedor original ya no tiene un derecho de crédito frente al deudor. Es decir, que ha dejado de estar legitimado para actuar como demandante. Por su parte, el nuevo acreedor, si lo estima conveniente, puede iniciar un nuevo proceso judicial para reclamar el pago a su nuevo deudor.
Las razones para vender una deuda
No es casualidad que esta práctica sea cada vez más común. En el caso de empresas de telefonía, luz y otros suministros básicos, estas suelen recurrir a esta medida. Porque para ellas es una forma rápida de obtener liquidez y de evitar procesos largos y costosos de reclamación.
La venta de la deuda se hace por menos dinero del que debe el deudor. Pero, en la mayoría de los casos, a las empresas acreedoras les interesa cobrar un poco menos, pero poder dejar solucionado un problema de morosidad.
Por su parte, las entidades especializadas en comprar deuda, han hecho de esto todo un negocio. Nada más hacer la compra, inician la reclamación. Lo que reclaman es el montante total debido por el deudor. Si este paga toda esa cantidad, al final la empresa de compra de deuda acaba ganando dinero. Por eso, este tipo de entidades son tan reacias a iniciar un proceso judicial de reclamación. Porque esto tiene un elevado coste y, a la larga, aunque acaben cobrando, es posible que pierdan dinero.
¿Qué puede hacer el deudor?
Si el acreedor ha decidido vender una deuda, el deudor no puede hacer mucho. Lo que debe tener claro es que, desde el momento en que conozca el cambio del acreedor, solo se liberará pagando a este nuevo sujeto o empresa.
No obstante, un nuevo acreedor siempre es una oportunidad para intentar una negociación. Un acuerdo que lleve a rebajar la cantidad debida, o que facilite un plan de pagos más asumible.
Si nada de esto es posible, y el deudor se encuentra en una situación de insolvencia real o inminente, puede optar por la Segunda Oportunidad.
En este caso, se inicia un procedimiento que llevará a cabo una liquidación del patrimonio del deudor. Si después de esto todavía subsisten deudas, las mismas serán canceladas por orden judicial. A estos efectos, es indiferente si los acreedores presentes en el proceso son los originales, u otros que hayan comprado la deuda.
Por tanto, cuando la situación económica del deudor es extremadamente delicada, el cambio del acreedor no tiene mayor importancia. Este, al igual que el resto, deberá cesar en sus reclamaciones tras iniciarse la Segunda Oportunidad. Y tendrá que conformarse con lo que pueda llegar a cobrar a través de este proceso, aunque no cubra el total de su crédito.
Para los acreedores originales, vender una deuda a tiempo es una buena forma de protegerse frente a una posible insolvencia de su deudor. Por eso es normal que recurran a esta figura. Si tú, como deudor, estás en una situación complicada, nuestro equipo puede ayudarte a obtener la Segunda Oportunidad.